LA PROVINCIA DE TARATA
Se ubica al Nor-Este del departamento de Tacna, limita por el norte con la provincia de Candarave, por el Sur y oeste con la provincia de Tacna, por el Nor-Este con el departamento de Puno y por el este con la república de Bolivia.
En esta provincia se encuentran la cordillera del Barroso, con sus hermosos nevados. Su capital, Tarata (3,070 m.s.n.m), está rodeado por una extensa campiña, siendo famosos sus bosques de eucalipto y sus huertos de frutales (duraznos, manzanas, peras, ciruelas y damasco); la agricultura y la ganadería son las principales ocupaciones de sus habitantes.
Hacia el Este se levanta el cerro Mokara, en cuyos flancos se perfilan los pétreos andenes de la época preincaica. Goza de un clima seco y agradable, pero con lluvias de diciembre a marzo, como en el resto de la sierra.
Una de las fiestas religiosas de mayor fervor y tradición en Tarata, establecida desde 1,613, es la de San Benedicto, patrón de ciudad, que de año en año se celebra con gran unción católica el domingo siguiente a la festividad de Corpus Christi, conservando vistosidad, colorido y atavíos típicos.
Una vez celebrada la misa, la procesión recorre la plaza y las calles principales. En el desarrollo de esta fiesta se observa a la gente del pueblo, entre cohetes y cohetecillos, acudir portando presentes a casa del “alferado”, en medio de canciones y bailes, cuadrillas de orquestas y conjuntos musicales.
Las comadres prenden el “orjeta” (arco de plata con muchos billetes y monedas antiguas) en el pecho del “alferado” y luego cantar la “rosa rosa”, bebiendo en tanto jarras de chicha de jora hecha con maíz “chulpe”, interpretando el sentir del pueblo hacia el santo patrono y su simpatía al “alferado”, quien se encarga de celebrar esta fiesta patronal haciendo derroche de atenciones al pueblo con platos típicos.
La plaza, las calles, así como la casa del “alferado” se ven colmados de visitantes, de propios y extraños, quienes se suman entusiastas a la festividad patronal.
El distrito de Ticaco se sitúa sobre una colina de terreno ondulado, al pie del nevado Comaile, y a 2 km. del río Tacalaya. Su asiento primitivo se denominaba Paramarka y estaba ubicado en la cumbre de un cerro (al noreste del actual pueblo), donde existe una plaza a cuyo alrededor se apiñan las casas de sus antiguos pobladores, descendientes de aymarás que vinieron desde las heladas mesetas del Collao en épocas remotas.
Aquí se celebra actualmente la fiesta en homenaje al cerro Comaile, siguiendo la creencia andina de que ofreciendo algún obsequio al cerro, éste proporcionará abundancia de agua. Se trata de una supervivencia local del pagapu u ofrenda a los opus tutelares que se practica en otras comunidades andinas.
Es costumbre en esta fiesta recoger cierta cantidad de libras de maíz desgranando, según la cantidad de agua que le corresponde a cada persona. Lo mismo se hace con los productos que van a servir para la preparación de las comidas.
El sacrificio ceremonial de los animales se realiza antes de que salga el sol. Su sangre se echa al agua mezclada con pétalos de flores, de preferencia de color rojo y blanco, y la carne se reparte entre todos los presentes. Terminada la ceremonia, regresan bailando y cantando la canción del Comaile a la repartición de agua para luego servirse la comida.
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